Segismundo y Rosaura:
El personaje de Segismundo es político, mientras que el de Rosaura es un avance desde un estado emocional análogo al caos primordial hacia uno de plena identidad propia. La llegada a sus metas respectivas es la recuperación de sus papeles de Príncipe y Mujer, papeles que les fueron despojados ilegalmente por usurpadores de sus destinos que trataron de escribir papeles nuevos para los dos.
Ya al final del segundo Acto, Segismundo ha progresado de un estado de encarcelamiento a las pasiones y el mundo natural a un estado más reflexivo y racional (aunque sigue físicamente encarcelado) de resignación. Rosaura, mientras tanto, ha estado luchando para controlar su propio destino. En términos
dramáticos, la imagen de ella que lleva Astolfo colgada del cuello es el equivalente de la vida breve de Príncipe que Segismundo tuvo en el palacio. Los dos -papel y retrato- pertenecen al mundo de la representación. La vida palaciega de Segismundo era una representación dramática hecha por Basilio, y el retrato de Rosaura es una representación pictórica hecha por Astolfo. Son productos ficticios que han robado la identidad de los protagonistas porque los "autores" habían usurpado previamente los papeles apropiados de Segismundo y Rosaura. Al terminar el Acto, ni el uno ni la otra posee más que un simulacro de su papel apropiado: un sueño y un retrato.
Con Rosaura, el problema es social y por eso "cómico," mientras que con Segismundo es político-imperial y por eso "serio." Sin embargo, Calderón trata los dos temas con la misma gravedad y consistencia. El destino de Rosaura es igual de importante a su creador que el de Segismundo, y los dos reciben el mismo espacio dramático-temporal en “La vida es sueño”. A nosotros los espectadores, puede ser que nos parezcan más interesantes y fundamentales las vicisitudes de la vida del héroe Segismundo; pero dicha preferencia es del espectador, puesto que Calderón nunca hace nada para indicar una preferencia por Segismundo, ya que Rosaura recibe un tratamiento igual en todas las técnicas dramáticas de acción, tiempo y lugar. En eso también nuestro autor imita en cierta manera al Autor supremo, el cual en la representación de la vida asegura escrupulosamente que todas sus criaturas tengan una oportunidad igualitaria de hacer bien sus papeles. Además, para el Autor supremo -como para el autor Calderón de la Barca- es igual de importante que Rosaura encuentre su papel apropiado en la vida de esposa a que Segismundo encuentre el suyo de Príncipe. Todos los seres humanos tienen el mismo valor ante su creador en este sentido, porque el autor no puede preferir a uno sobre los otros, puesto que actuar de esta manera limitaría la libertad de acción de la criatura. Calderón en su comedia imita análogamente este comportamiento divino.
La próxima salida de Rosaura en el escenario es a mediados del tercer Acto, cuando Segismundo, todavía vestido de pieles pero controlando sus acciones con las facultades racionales, está en camino de cobrar por la fuerza su legítimo destino. Rosaura sale montada a caballo como al principio de la comedia. Esta vez, no obstante, tiene control del animal, cuyos aspectos son todavía los cuatro elementos, aunque ahora correctamente definidos, "pues el cuerpo es la tierra, / el fuego el alma que en el pecho encierra, /
la espuma el mar, y el aire es el suspiro". El caballo sigue siendo un "caos" y un "monstruo”, pero esta vez es controlado por el jinete. Al igual que Segismundo, Rosaura no ha resuelto todavía su problema de la recuperación de la identidad que se le han usurpado, y por eso sale con vaquero, espada y daga.
Las revelaciones de Rosaura, tan profundamente estudiadas por los críticos, abren los ojos a Segismundo. Se da cuenta ya que la torre, el palacio y su situación actual en el campo son verdades, aunque las partes gloriosas parecen sueños. Deduce de esto que todas las glorias de esta vida son sueños, porque son perecederas. Un día no las tendremos con nosotros, y aún la memoria creerá que fueron sueños. ¿Qué es, entonces, lo que no desvanece con el tiempo como si fuera un sueño? Solamente "la fama vividora" que se alcanza obrando bien, a través de la toma de decisiones totalmente ajenas e indiferentes a los deseos personales. En este caso, reconoce que Rosaura está sin honor y que el papel apropiado del Príncipe es de dar honor, no quitarlo.
Esta decisión indiferente de reprimir sus deseos personales para comportarse como un Príncipe es la culminación de superegrinatio existencial. Ha encontrado su papel en la vida y se ha dedicado a hacer su papel sin miras a las preferencias individuales.
La resolución de la comedia presenta al nuevo príncipe educando a los demás a través de una redistribución de los papeles apropiados a todos los personajes, rectificando así las distribuciones injustas de Clotaldo a Violante y Rosaura, de Astolfo a Rosaura y Estrella y de Basilio a Estrella y su hijo (Basilio -típicamente cegado por su propia versión teatral- no se entera nunca ni de la existencia de Rosaura). Primero, Segismundo rectifica los errores de su padre, levantándole del suelo y humillándose ante él. Después, rectifica los errores de Clotaldo y Astolfo con la entrega de Rosaura a Astolfo, quien -conocida su identidad- la acepta como su legítima esposa. Es la acción que le permite a la joven lograr su verdadero destino personal de hija (de Clotaldo), esposa (de Astolfo) y duquesa (de Moscovia). Luego, Segismundo rectifica el desajuste de papeles con Estrella, casándose con ella. Finalmente, destina al soldado rebelde a condena perpetua por traicionar a Basilio, el rey legítimo, causando las exclamaciones universales: "Tu ingenio a todos admira. / ¡Qué condición tan mudada! / ¡Qué discreto y qué prudente!".
Más allá de esto no puede ir el joven. En efecto, ha logrado restaurar la armonía universal distorsionada y hecha laberinto por los otros hombres en la comedia. Al volverle a Basilio su corona, al casarle a Rosaura con Astolfo, al casarse con Estrella y al encarcelar al soldado rebelde, Segismundo ha logrado el estado político-social a que todos habrían llegado por naturaleza si los personajes obstructores Basilio, Clotaldo y Astolfo no hubieran intentado alterar los asuntos años ha. Si Clotaldo se hubiera casado con Violante, Rosaura habría nacido legítima y habría sido la perfecta pareja para Astolfo. Si Basilio se hubiera educado a Segismundo con prudencia en el palacio, se habría criado bien y se habría casado lógicamente con Estrella. Si Astolfo se hubiera quedado en Moscovia casado con Rosaura, habría sido el duque reinante del ducado.
El personaje de Segismundo es político, mientras que el de Rosaura es un avance desde un estado emocional análogo al caos primordial hacia uno de plena identidad propia. La llegada a sus metas respectivas es la recuperación de sus papeles de Príncipe y Mujer, papeles que les fueron despojados ilegalmente por usurpadores de sus destinos que trataron de escribir papeles nuevos para los dos.
Ya al final del segundo Acto, Segismundo ha progresado de un estado de encarcelamiento a las pasiones y el mundo natural a un estado más reflexivo y racional (aunque sigue físicamente encarcelado) de resignación. Rosaura, mientras tanto, ha estado luchando para controlar su propio destino. En términos
dramáticos, la imagen de ella que lleva Astolfo colgada del cuello es el equivalente de la vida breve de Príncipe que Segismundo tuvo en el palacio. Los dos -papel y retrato- pertenecen al mundo de la representación. La vida palaciega de Segismundo era una representación dramática hecha por Basilio, y el retrato de Rosaura es una representación pictórica hecha por Astolfo. Son productos ficticios que han robado la identidad de los protagonistas porque los "autores" habían usurpado previamente los papeles apropiados de Segismundo y Rosaura. Al terminar el Acto, ni el uno ni la otra posee más que un simulacro de su papel apropiado: un sueño y un retrato.
Con Rosaura, el problema es social y por eso "cómico," mientras que con Segismundo es político-imperial y por eso "serio." Sin embargo, Calderón trata los dos temas con la misma gravedad y consistencia. El destino de Rosaura es igual de importante a su creador que el de Segismundo, y los dos reciben el mismo espacio dramático-temporal en “La vida es sueño”. A nosotros los espectadores, puede ser que nos parezcan más interesantes y fundamentales las vicisitudes de la vida del héroe Segismundo; pero dicha preferencia es del espectador, puesto que Calderón nunca hace nada para indicar una preferencia por Segismundo, ya que Rosaura recibe un tratamiento igual en todas las técnicas dramáticas de acción, tiempo y lugar. En eso también nuestro autor imita en cierta manera al Autor supremo, el cual en la representación de la vida asegura escrupulosamente que todas sus criaturas tengan una oportunidad igualitaria de hacer bien sus papeles. Además, para el Autor supremo -como para el autor Calderón de la Barca- es igual de importante que Rosaura encuentre su papel apropiado en la vida de esposa a que Segismundo encuentre el suyo de Príncipe. Todos los seres humanos tienen el mismo valor ante su creador en este sentido, porque el autor no puede preferir a uno sobre los otros, puesto que actuar de esta manera limitaría la libertad de acción de la criatura. Calderón en su comedia imita análogamente este comportamiento divino.
La próxima salida de Rosaura en el escenario es a mediados del tercer Acto, cuando Segismundo, todavía vestido de pieles pero controlando sus acciones con las facultades racionales, está en camino de cobrar por la fuerza su legítimo destino. Rosaura sale montada a caballo como al principio de la comedia. Esta vez, no obstante, tiene control del animal, cuyos aspectos son todavía los cuatro elementos, aunque ahora correctamente definidos, "pues el cuerpo es la tierra, / el fuego el alma que en el pecho encierra, /
la espuma el mar, y el aire es el suspiro". El caballo sigue siendo un "caos" y un "monstruo”, pero esta vez es controlado por el jinete. Al igual que Segismundo, Rosaura no ha resuelto todavía su problema de la recuperación de la identidad que se le han usurpado, y por eso sale con vaquero, espada y daga.
Las revelaciones de Rosaura, tan profundamente estudiadas por los críticos, abren los ojos a Segismundo. Se da cuenta ya que la torre, el palacio y su situación actual en el campo son verdades, aunque las partes gloriosas parecen sueños. Deduce de esto que todas las glorias de esta vida son sueños, porque son perecederas. Un día no las tendremos con nosotros, y aún la memoria creerá que fueron sueños. ¿Qué es, entonces, lo que no desvanece con el tiempo como si fuera un sueño? Solamente "la fama vividora" que se alcanza obrando bien, a través de la toma de decisiones totalmente ajenas e indiferentes a los deseos personales. En este caso, reconoce que Rosaura está sin honor y que el papel apropiado del Príncipe es de dar honor, no quitarlo.
Esta decisión indiferente de reprimir sus deseos personales para comportarse como un Príncipe es la culminación de superegrinatio existencial. Ha encontrado su papel en la vida y se ha dedicado a hacer su papel sin miras a las preferencias individuales.
La resolución de la comedia presenta al nuevo príncipe educando a los demás a través de una redistribución de los papeles apropiados a todos los personajes, rectificando así las distribuciones injustas de Clotaldo a Violante y Rosaura, de Astolfo a Rosaura y Estrella y de Basilio a Estrella y su hijo (Basilio -típicamente cegado por su propia versión teatral- no se entera nunca ni de la existencia de Rosaura). Primero, Segismundo rectifica los errores de su padre, levantándole del suelo y humillándose ante él. Después, rectifica los errores de Clotaldo y Astolfo con la entrega de Rosaura a Astolfo, quien -conocida su identidad- la acepta como su legítima esposa. Es la acción que le permite a la joven lograr su verdadero destino personal de hija (de Clotaldo), esposa (de Astolfo) y duquesa (de Moscovia). Luego, Segismundo rectifica el desajuste de papeles con Estrella, casándose con ella. Finalmente, destina al soldado rebelde a condena perpetua por traicionar a Basilio, el rey legítimo, causando las exclamaciones universales: "Tu ingenio a todos admira. / ¡Qué condición tan mudada! / ¡Qué discreto y qué prudente!".
Más allá de esto no puede ir el joven. En efecto, ha logrado restaurar la armonía universal distorsionada y hecha laberinto por los otros hombres en la comedia. Al volverle a Basilio su corona, al casarle a Rosaura con Astolfo, al casarse con Estrella y al encarcelar al soldado rebelde, Segismundo ha logrado el estado político-social a que todos habrían llegado por naturaleza si los personajes obstructores Basilio, Clotaldo y Astolfo no hubieran intentado alterar los asuntos años ha. Si Clotaldo se hubiera casado con Violante, Rosaura habría nacido legítima y habría sido la perfecta pareja para Astolfo. Si Basilio se hubiera educado a Segismundo con prudencia en el palacio, se habría criado bien y se habría casado lógicamente con Estrella. Si Astolfo se hubiera quedado en Moscovia casado con Rosaura, habría sido el duque reinante del ducado.
En resumen, todos los personajes terminan en la comedia con los papeles que habrían tenido aún si los usurpadores no hubieran intentado cambiar el plan original de los asuntos. En este sentido, “La vida es sueño” dramatiza la interrupción de los designios de Dios por ciertos hombres que, por padecer de un sentido erróneo de confianza personal, usurpan el papel del Autor. Por esta razón, “La vida es sueño” no es tanto un "segmento" de El gran teatro del mundo como una ruptura del curso de la serie de acontecimientos. Basilio, Clotaldo y Astolfo le usurpan al Autor su derecho de distribuir los papeles apropiados y convenientes a los participantes, abrogando para sí este derecho y distribuyendo a los demás los papeles que les convengan a ellos mismos por razones personales. Imponen una "ley escrita" formulada por ellos mismos que desvincula a ciertos personajes de la "ley de gracia" que Dios utiliza para distribuir equitativamente la justicia a sus criaturas. No es hasta el final de “La vida es sueño”, cuando Segismundo vuelve a repartir los papeles apropiados y convenientes, que el verdadero Autor Dios pueda seguir con su auto “El gran teatro del mundo”.
El final de “La vida es sueño” es así su principio legítimo. Desde el instante en que cierra la producción, todos los personajes serán responsables de sus destinos; y -como el rico, el pobre, la hermosura, la discreción, el labrador y el rey- todos tendrán al Autor verdadero vigilando sus representaciones para ver si hacen bien o mal sus papeles. Además, el trabajo será más fácil, porque el caos y la confusión emocionales e intelectuales que caracterizaban los primeros momentos de la comedia se han convertido en la armonía y la consumación estructural del final, porque todos los personajes se han completado y armonizado con sus papeles, incluidos los personajes obstructores, los cuales, en vez de ser eliminados del esquema final, han sido incorporados y restaurados a sus puestos designados en la sociedad. De ahí puede empezar la comedia verdadera del gran teatro del mundo, en que todos hagan bien el papel que Dios les ha otorgado sin intentar obstruir el camino de nadie a su destino apropiado y sin usurpar el derecho de Dios de asignar los papeles convenientes a sus criaturas.
Hecho por Joel Gutiérrez
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